III Quedada de Amigos del Misterio en Valencia

Las quedadas: esos recuerdos que nos hacen sonreír

Estábamos en la mañana del domingo 19 de junio de 2022. Me disponía a despedir el programa «El misterio entre amigos» (de «La última realidad») y, a su vez, a poner el punto final a la «I Quedada de Amigos del Misterio en Cartagena». Fue entonces cuando dije: «La “I Quedada de Amigos del Misterio en Cartagena” está a punto de convertirse en historia, está a punto de convertirse en uno de esos recuerdos que a uno le hacen sonreír; y, tal y como está el ambiente en el planeta, yo creo que no está la cosa como para escatimar en la fabricación de recuerdos de los que hacen sonreír». Ha pasado una semana desde que celebramos la «III Quedada de Amigos del Misterio en Valencia». Y lo confieso: no puedo dejar de sonreír.

Xus JC (04/12/2022 13:00)

«Hacer cosas», dos sencillas palabras que conforman la expresión más simple imaginable y que, sin embargo, para mí se han convertido en los cimientos de algo tan osado como seguir adelante. Unas salen bien, otras medio bien o medio mal, según se mire, y las hay que no logran ni arrancar. Pero, entre tropezones y decepciones, uno siempre encuentra, en el lugar y momento adecuados, el estímulo necesario para que la tentación de abandonar no aspire a ser más que una ligera e ingenua brisa intentando modificar el rumbo de un gran velero. Mis quedadas, que no llamo mías por considerarlas de mi propiedad, sino por llevarlas en el cajón de mis recuerdos más preciados, son uno de esos estímulos.

Quiso la ventura que esta tercera quedada valenciana se desarrollara cinco años y un día después de aquella primera, también celebrada en Algemesí, en la que ya comenzamos a sentir que acababa de nacer algo importante. Recuerdo las despedidas de aquella noche y esa sensación de que nada volvería a ser como antes, que habría más quedadas y que, con cada una de ellas, nacerían amistades y surgirían nuevos proyectos. No nos equivocábamos.

Nadie puede negar los hechos. Y hecho es que en la segunda quedada, la de Manises, se conocieron Santi García y Verónica Cano, desde entonces muy buenos amigos y coautores del libro Elche: misterio, leyenda y tradición (Cursiva Books). Hecho es que el cortometraje La familia, dirigido por otro buen amigo, Jacques Fletcher, tiene una pequeña parte de su historia también en aquella segunda quedada. Hecho es la amistad que me une (y nos une) con el bueno de Ángel Beitia, ponente improvisado en aquella primera y tan aparentemente lejana primera quedada. Hecho es que, desde la primera quedada virtual, incluya entre mis amigos a Juanca Romero, que, además, ha sido el editor de mi primer libro, Entre el pasado y el más allá (Cursiva Books). La lista sería interminable. Porque sí, en las quedadas siempre pasan cosas.

Pero entre esos hechos habría que incluir también los «Gracias», «Enhorabuena» o «Esto hay que repetirlo» (entre otras expresiones similares) que llevo escuchando desde el primer día. Porque los participantes en las quedadas son, además de personas inquietas y con ganas de aprender, buena gente que sabe reconocer el trabajo realizado y que tiene la generosidad de expresarlo. Ese estímulo, acompañado siempre de una sonrisa sincera y totalmente alejado de la adulación vacía, es el único combustible que necesitamos para poder seguir adelante. Soy yo quien no encuentra las palabras para expresar mi gratitud por cada uno de esos gestos que, en muchas ocasiones, no requieren de palabra alguna.

Me he preguntado muchas veces (y preguntado a mis compañeros) cuál ha sido esa tecla que hemos conseguido tocar para que las quedadas sean exactamente lo que son. La conclusión es tan simple como que en Vestigium hacemos las cosas como somos y que esto es lo que somos. Que el ya lejano origen de esta asociación sea un grupo de WhatsApp llamado Buen rollo, que cambió su nombre para llamarse Vestigium, probablemente lo diga todo.